lunes, 29 de diciembre de 2014

Enhorabuena, la Bolsa Baja.


Los medios de comunicación nos tienen por desgracia bastante acostumbrados a dar como síntoma de una buena economía las cotizaciones bursátiles. Cuando una noticia hace que la bolsa suba la población tiende a identificar que esa noticia es buena para todos y viceversa, cuando la bolsa baja es porque el hecho que ha producido esa reacción bursátil es negativo para todos. Pero como entendedor (no todo lo que me gustaría) de que lo que mueve los mercados bursátiles nada de ello es cierto. Un hecho que hace que mueva la bolsa en un sentido no tiene que ser necesariamente un hecho en el mismo sentido para la economía de  todos los ciudadanos.

                En este momento (29 de diciembre a las 15: 21 horas) las bolsas europeas, especialmente la griega (12% de caída) se están desplomando ante la imposibilidad de formar gobierno en Grecia, todo en ello en un más que injustificado pánico hacia el  supuesto  peligro de que Syriza  se haga con el poder. ¿Es que la bolsa sabe más que los ciudadanos?  creo que no.

Y para ilustrar un poco más lo que digo me voy a ir a lo que desgraciadamente ocurría en los años 90 (entrando ya en el 2000) y es que cuando una empresa anunciaba brutales recortes de plantilla automáticamente sus acciones subían,…..Y esto era bueno para los familiares del trabajador despedido, era bueno para el  carnicero, el pescadero, el panadero, era bueno para el resto de los españoles que teníamos que pagarle el subsidio de paro.

No se asusten señores ciudadanos porque la bolsa baja,  porque a veces, el motivo que hace que la bolsa baje es simplemente, una noticia positiva y que los ciudadanos griegos tengan la oportunidad de cambiar su destino con un enfoque diferente al que ha tenido en los últimos años sea simplemente  la noticia positiva que muchos europeos estamos esperando.

viernes, 28 de noviembre de 2014

viernes, 25 de abril de 2014

EL OTRO NEGOCIO DE LAS PREFERENTES





Hace unos días un amigo ex empleado bancario tuvo que asistir como testigo a una demanda de interpuesta por los hijos de un cliente por la venta de unas participaciones preferentes de Telefónica del año 2003. (11 años después). No entiendo mucho de derecho pero veo complicado que se pueda anular el contrato sin la presencia del cliente suscriptor ya que quien reclama ahora son los herederos.

El argumento siempre es el mismo, no se informó adecuadamente al suscriptor ya que era una persona sin conocimientos financieros para comprender la naturaleza del producto. El importe de la cuantía suscrita era de 20.000 euros. El demandante (su abogado) pedía la nulidad del contrato desde origen, es decir que se le devolvieran los 20.000 euros.
Las participaciones en cuestión cotizan al 92% de su valor nominal, ofrecen una rentabilidad del Euribor a 3 meses + 400 puntos básicos, es decir un 4,20%

Un pleito ordinario de este importe puede suponer unos honorarios de abogado y procurador de 4.000 euros a cada parte, es decir si el cliente pierde el pleito y le condenan en costas le puede salir la fiesta por 8.000 euros y seguirá con sus preferentes y sin su dinero.
Haber vendido las Preferentes en el mercado hubiera supuesto una pérdida para el cliente de 1.600 euros (las habría vendido por 18.400 euros) y podría haber reclamado la diferencia, es decir 1.600 euros,  lo que en costas judiciales en caso de haber perdido no serían más de 1.500 euros, pero claro el Señor letrado hubiera percibido una minuta sensiblemente inferior haciendo el mismo trabajo.

jueves, 17 de abril de 2014

Preferentes, primera parte.

Durante los años 98  99 y 2000 (en plena burbuja tecnológica) los bancos se dedicaron a vender a clientes particulares unos productos denominados Contratos Financieros Atípicos (CFAs). Estos productos se caracterizaban por abonar una retribución muy por encima del mercado (en torno al 7% anual) y a un plazo de entre 2 y tres años. Estos productos tenían la “peculiaridad” de que el capital final a percibir (la retribución estaba garantizada) estaba condicionado a la evolución de la cotización de una acción de referencia. El valor más utilizado fue el de Telefónica, aunque se usaron otros

Así resultaba que se daba un valor (strike)  a Telefónica de tal forma que si finalmente a vencimiento la acción de telefónica cotizaba por encima del strike el cliente recibía el capital íntegro pero si la acción estaba por debajo de dicho precio el cliente adquiría dichas acciones al precio del strike.
Por poner un ejemplo,  recuerdo que consecuencia de uno de esos contratos,  en uno de los grandes bancos  se compraron a los clientes acciones de telefónica a 22 euros cuando la acción estaba por aquellas fechas (mayo 2003) a 10 euros. Es decir una pérdida sobre el capital de casi el 60%.
Y qué tipo de clientes fueron los afectados…..los mismos que las participaciones preferentes, personas sin conocimientos financieros que simplemente habían confiado en la profesionalidad del director de su sucursal bancaria.



Pero desgraciadamente, por aquel entonces no hubo titulares de prensa, no apareció nada en los medios de comunicación y  no hubo manifestaciones en público, quizás si las hubiera habido la historia de las  preferentes habría sido distinta.  Solo hubo gente que sufrió en silencio y muchos de los que fueron a los Tribunales lograron recuperar su dinero, sin necesidad de MIFIDs y demás leyes inútiles.

Y digo que la MIFID es inútil porque los abogados de un determinado banco la alegan como argumento de defensa en las reclamaciones de Preferentes al manifestar que el cliente había firmado el INÚTIL test de conveniencia.